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Historia del café

Leyendas del árbol noble

Una vez que lo descubrieron, los comerciantes holandeses e ingleses trajeron el árbol del café a Europa rápidamente y comenzaron a estudiar las características de lo que pronto se llamaría el “árbol noble”.

A finales del siglo XVII, la planta de café se llevó a la isla de Java, en Indonesia, que en aquel momento era una colonia holandesa. La producción se concentró inicial y exclusivamente en los granos de Arábica, que se desarrollaron rápidamente gracias a las condiciones climatológicas muy favorables y al rico suelo volcánico, lo que convirtió a Indonesia en la primera productora de café del mundo.

Los primeros brotes del árbol noble llegaron a Martinica en el Caribe en 1720, gracias a los esfuerzos verdaderamente heroicos del Chevalier Gabriel Mathieu de Clieu, que le proporcionaron un puesto en el salón de la fama del café. Aparte de tener que escapar de los piratas, de casi hundirse en una tormenta y finalmente hacerse camino a la isla, casi se quedaron también sin productos frescos y todas menos una de las preciosas plántulas murieron. A pesar de sufrir de sed, de Clieu estaba tan desesperadamente deseando llevar su café al Nuevo Mundo que compartió la mitad de su ración diaria de agua con sus plantas en peligro. “Preferiría haber muerto de sed en lugar de matar a las plantas que me dieron”, escribió de Clieu en su diario.

La llegada de la planta de café a Brasil, el mayor productor del mundo, tiene su propia historia llena de romanticismo y emoción.

Cuenta la leyenda que el Rey de Portugal envió a Francisco de Mello Palheta a la Guayana Francesa en busca de semillas de café para que Brasil pudiera entrar en el mercado del café. Sin embargo, como estas semillas estaban tan vigiladas por los funcionarios guyaneses, fue solo después de cautivar a la esposa del gobernador francés que pudo obtenerlas. A su marcha, ella le regaló un ramo de flores dentro del cual escondió las bayas de café maduras y brotes de café que usaría para comenzar la industria del café en Brasil a su regreso.

En 1554, dos comerciantes, Hakim de Aleppo y Gems de Damasco, abrieron las dos primeras cafeterías de Constantinopla llamadas kahweh-kane, los primeros ejemplos de un café moderno donde el café se preparaba para el público y se transformaba rápidamente en un estilo de vida: un lugar destinado no solo al consumo de la bebida, sino también a importantes debates, intercambios culturales y económicos o de ocio.

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El amor europeo por el café